martes, 10 de octubre de 2017

Sobre Cuerpos minados editado por José Maristany y Jorge Peralta

En mi agenda anoté la presentación del libro como la de Campos minados y no cuerpos minados.  La primera vez que leí el error, me sobresalté. Campos minados, recordarán, es la obra de Lola Arias sobre Malvinas en la que 6 sobrevivientes – 3 argentinos, 3 británicos – van relatando intercaladamente su historia personal antes, durante y después de la guerra. La obra podría ser parte de esta serie que está incluida en Cuerpos minados: el espacio de la guerra como expresión máxima de una masculinidad tradicional y a la vez las historias personales, especialmente las anteriores al conflicto como bildungsroman de construcciones masculinizadas – la expectativa de los padres, el mundo del trabajo, de los amigos, del asado en el caso de los argentinos, de la universidad privada en el de uno de los británicos, el de la sofisticación en la destrucción del otro en el caso de los gurkas, donde aparece como en el capítulo de Ariel Sánchez el duelo a cuchillo.
Vuelvo a mi error entonces y me digo: no son campos minados, son cuerpos minados y regreso también a la primera impresión del libro, que convocó una cita de la novela La nave de los locos de Cristina Peri Rossi en la que el protagonista después de una performance de cross-dressing “se sintió subyugado por la ambigüedad.” La ambigüedad de la foto de tapa, que convoca a una mirada que no puede mirar binariamente, alude también a los cuerpos minados, estos cuerpos que están no están feminizados sino “minados,” marcados por la mina, por esta figura de la cultura argentina delineada, me parece, por cierta postura. Pero también son cuerpos minados en el sentido de estar a punto de explotar, en línea con la idea de explosión de Paris is Burning, la exhibición, el performance del género, el cruce entre los discursos sociales de raza, género, clase.  Estos cuerpos minados, ambiguos, me parece, resumen la inquietud de los textos de este libro que leí con mucho placer. Como somos tres y para no hacerlo muy largo voy dividir mi presentación en dos partes. La primera son agradecimientos ciertos elementos del libro. La segunda es una serie de preguntas para estimular nuevos trabajos, una continuación del libro.
Empiezo con la primera parte que es lo que agradezco de este libro. Lo primero es que el libro plantea una continuidad con el feminismo y con los espacios abiertos por la crítica y la militancia feminista a los estudios de masculinidad. En ese sentido reconoce que el feminismo no abrió brecha a través de estudiar mujeres sino a través del enfoque en la construcción social  y simbólica de los espacios donde se despliegan las diferencias sexo-genéricas. En esos espacios tiene lugar el teatro del género que condiciona y limita representaciones y acciones. Por eso este libro no es sobre la masculinidad sino sobre las masculinidades y aparece una lista enorme de estas masculinidades. Algunas que apunté son: masculinidades lésbicas, avejentadas, queer, al acecho, valientes, hegemónicas, corporativas, subalternas, capitalistas, revolucionarias, performáticas, diferenciales, disidentes, heterosexuales, seductoras, nacionales, frágiles, asediadas, no normativas, feminizadas, sexistas, marginales, no automorfas y sorprendentemente también “verdaderas.” El rompecabezas identitario que se arma a través de los capítulos del libro, entonces, desafía a priori la posibilidad de cerrar y abre ampliamente la posibilidad de pensar las masculinidades y también los objetos y las situaciones que nos permiten observarlas, y estudiarlas.
En ese espacio abierto quedan muchas preguntas, que no son una falla del libro sino la invitación a seguir pensando. Y hago algunas. Empiezo por el final. La escena de la lactancia en la entrevista en el programa de Susana Giménez a los padres de la beba Génesis Angelina, parece ser dejada abierta como invitación a cuerpos minados 2. El libro empieza con un texto completamente diferente a éste pero que también deja preguntas sin contestar y es el de los cambios en las masculinidades en las últimas 4 décadas. Me gustaría que se ahondara más en este tema con entrevistas, con encuestas, que supiéramos más de lo que sabemos.
Creo que en ambos casos – el final  y el principio – veo en acción la máquina de performar las identidades y pienso en la creatividad y productividad de los modelos de este tipo. Por ejemplo, en el artículo de Insausti y Ben el volver a ciertos temas codificados como la crianza de los niños o la virginidad. La pregunta sobre lo queer, ¿puede existir una infancia feliz queer?
Espero sin duda los cuerpos minados 2 para seguir pensando la disidencia sexual y la traición genérica, los libros y las películas que invitan lecturas no hegemónicas, la referencia de Borges a invitar a un puto judío para despuntar dos gremios a la vez, y también lo que en el libro se llama el “cine gay.”
Disfruté El parque de diversiones de Selva Almada leído por Amícola y el Coffee break de Spregelburg leído por Ramos Arteada y vuelvo a París is Burning y a los momentos de libertad del repertorio de las identidades. Pienso este libro como un asedio a un tema que se escapa, que se reinventa y que por eso debe ser leído y releído una y otra vez. Y pienso en un espiral. Al terminar de leer estos cuerpos minados (atravesados en el libro por la violación, la extracción de órganos, el baile, la sodomización, la tortura, el exilio, el sexo, y el fuego) no volvimos al mismo lugar sino que estamos en escalón más alto de este espiral para volver nuevamente a poner en marcha esta máquina de leer y entender que es la crítica.